A
veces es muy complicado hablar de determinadas problemáticas sociales, ya que hay que tener cuidado en
que todo se entienda bien y no se malinterprete nada.
Esto
ocurre con la Violencia de Género. Últimamente, hablar de Violencia de Género
es motivo de confrontación, conflicto y siempre aparecen personas que miran con lupa qué dices para
corregir o criticar tu argumento.
La mayoría de argumentos que critican
la Violencia de Género surgen de la politización que se ha hecho hacia este
movimiento, así como de la creación de mitos y estereotipos que minimizan,
niegan o justifican la agresión en las parejas.
Para nosotras, la Violencia de Género es una
problemática social, no ideológica, como lo es el ecologismo o la lucha contra
el terrorismo, por ejemplo. Estamos en contra de cualquier apropiación ideológica
de temas sociales, porque de ello se deriva un rechazo por una parte de la
sociedad hacia un problema que aumenta cada año y que requiere ser tratado con
una seriedad especial.
Hace
unos años, en unas Jornadas de Violencia de Género, organizadas en la Universidad Complutense
de Madrid, demostraron que la mejor forma para tumbar estos argumentos
negacionistas era sacando a la luz los datos y estadísticas que existen sobre
este tema. De esta manera, se puede
demostrar empíricamente la falsedad de los mitos que intentan ocultar
este problema y esta cruel realidad que, solo por respeto a las víctimas y
supervivientes, deberíamos tratar de entender.
Para
comenzar, la Violencia de Género sí existe. No es una invención de un
partido político, de hecho, existe desde mucho antes de que existieran los
partidos políticos actuales.
La Violencia de Género es aquella que, “como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia”, y “comprende todo acto de violencia física y psicológica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad.” (Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.)
Bajo
esta definición de Violencia de Género comenzamos a destapar los mitos más
corrientes en la sociedad:
-
“Es una cuestión privada y es mejor no
intervenir.”
o La Violencia de Género es un problema social, no debemos mirar hacia otro lado ante cualquier escena de esta índole. No es una cuestión familiar, sino un problema desencadenado por una visión supremacista del hombre sobre la mujer.
-
“Ocurre en clases sociales desfavorecidas y
solo ocurre en países subdesarrollados.”
o En España, más de 1000 mujeres han muerto en manos de sus parejas o exparejas desde el año 2003. Las características socioeconómicas de estas mujeres son variantes, no hay un perfil único. Ninguna mujer, pertenezca a la clase social que pertenezca, está libre de sufrir esta violencia.
o Según el INE (2019), los protagonistas de más del 50% de las relaciones de Violencia de Género que se han dado (en España) tenían nacionalidad española, mientras que los condenados por Violencia de Género pertenecientes a “países subdesarrollados” constituyen una minoría.
-
“Se exagera mucho, no es para tanto.”
o
Las muertes por Violencia de Género (que hayan podido contabilizarse, ni
siquiera la totalidad), supera el número de víctimas asesinadas por el
grupo terrorista ETA. Las personas víctimas de terrorismo pueden acogerse a una ley de
protección específica para ellas, entonces
¿por qué muchas personas se oponen a que exista una ley para proteger a
las mujeres que sufren Violencia de Género?
o Los asesinatos a las mujeres son la punta del iceberg de la Violencia de Género. Según el Observatorio Estatal de la Violencia Sobre la Mujer (2019) un 32.4% de mujeres ha sufrido o sufre algún tipo de violencia por parte de su pareja o expareja, estamos hablando de más de 6.000.000 de mujeres.
-
“También hay hombres maltratados.”
o
Al margen del común debate sobre si el maltrato
a los hombres debería ser o no tratado como Violencia de Género, la realidad es
que no consta dentro de la Violencia de Género, sino de la Violencia Doméstica.
Para hacernos una idea, el INE (2019) muestra que fueron condenados 30.495
hombres por Violencia de Género, en cambio, las condenas por Violencia Doméstica
ascienden a 5.395 personas (contando con violencia entre
convivientes de un hogar, es decir, entre abuelos, hijos, padres, hermanos,
parejas…). Teniendo en cuenta estos datos, no parece descabellado establecer medidas de protección específicas para las mujeres víctimas de esta violencia.
Si hablamos del perfil de las víctimas, es muy común, culpabilizar a las mujeres de la violencia que están sufriendo. Este hecho no es más que una consecuencia de la misoginia y la tendencia a juzgar a la víctima y no al agresor.
- “Si las mujeres que están siendo maltratadas no abandonan a los
hombres, por algo será.”
o
Se ha
demostrado que en casi todas las relaciones de Violencia de Género
existen tres fases por las que pasa la pareja:
§ Tensión:
acumulación de amenazas y tensión por parte del agresor donde la víctima
intenta calmarle y hacer lo que él quiera para ello.
§ Explosión o agresión:
cuando se produce la agresión física, sexual o psicológica.
§ Luna
de miel o arrepentimiento: tras el episodio anterior, el
agresor promete que va a cambiar, pide perdón, se excusa ante su actitud y
muestra arrepentimiento, mientras poco a poco vuelve a la fase inicial de
tensión.
o Poco a poco, la víctima va siendo manipulada, hasta llegar a justificar al agresor, a creer que éste cambiará, incluso a depender de él emocionalmente y en la mayoría de aspectos de su vida. Salir de esta manipulación es muy difícil, por este motivo la víctima no abandona la relación.
-
“Algo han hecho las mujeres para provocar esta
situación.”
o Otra manera de culpabilizar a la víctima y fomentar las conductas de los agresores, que tienden a poner como excusa el comportamiento de la mujer para justificar su agresión. La mujer, dentro de una situación de maltrato, siempre es la víctima y la sociedad debe ser consciente de ello para poder cambiarlo.
-
“Hay muchas mujeres que se aprovechan de la
ley.”
o Esta frase es muy escuchada últimamente. Si acudimos a los datos, el 0,01% de denuncias son falsas según el Consejo General del Poder Judicial. Existen más denuncias falsas en cualquier otro ámbito que en la Violencia de Género. Si hacemos caso a este mito estaríamos poniendo en duda la Legislación Española o el Sistema Judicial Español y a sus profesionales.
Respecto
al perfil del agresor, se tiende a acudir a factores externos para justificar
su actitud y sus actos:
-
“El alcohol y las drogas están detrás de la
violencia.”
o No todo el mundo que agrede está bajo los efectos de estas sustancias, así como no todo el mundo que las consume acaba agrediendo a otras personas.
-
“Son hombres enfermos, están locos.”
o Como siempre, se utiliza la enfermedad mental para tratar de dar una explicación a la maldad de las personas, pero lo cierto es que tan sólo el 5% de los condenados por Violencia de Género padecía algún tipo de trastorno o enfermedad mental.
-
“Los hombres tienen una impulsividad genética natural.”
o Como sucede con el perfil psicológico de las víctimas, los agresores también difieren en cuanto a sus características. Sin embargo, se puede decir que, por norma general, los agresores de cara al público no muestran esta faceta violenta, por ello a las víctimas les cuesta demostrarlo. No suelen ser personas violentas con su entorno cercano, sino que vuelcan su frustración hacia la persona que creen tener derecho a agredir.
-
“La Violencia de Género se debe a los celos.”
o La ONU
(2006) nos dice que los celos son una de las estrategias que los maltratadores
usan para controlar a su pareja y que los actos tendentes a controlar o aislar
a la mujer constituyen violencia psicológica. Es decir, los celos y el
control de la víctima no son una causa, sino un tipo de violencia.
Sin
querer extendernos mucho más, aunque podríamos, tenemos claro que queda mucho
camino por recorrer hacia el fin de esta violencia que, lejos de desaparecer,
incrementa preocupantemente en nuestra sociedad.
Luchar
contra los argumentos que incentivan este tipo de comportamiento es nuestro
trabajo, como profesionales y como personas que conforman esta sociedad.
Callarse es seguir permitiendo que todo esto pase.
Solo
queremos acabar diciendo que una vez escuchas a mujeres hablando de cómo vivieron
esta situación y cómo la superaron, te hace entender cuánta importancia tiene
este movimiento, y tanto por ellas como por sus hijos/as y su familia esta
lucha debe seguir adelante.